
Estamos en tiempos de evolución, un tiempo de liberación de memorias personales que nos mueven a abrir puertas a memorias transgeneraconales.
Navegamos el tiempo agua como hermosamente lo expresa Paloma en Luna de Abril, tiempo para parir y dar a luz respuestas creativas, activar la palabra clara y la escucha activa y acompañarnos a nosotras mismas y a otras.
«La matrística (también llamada por los clásicos Edad Dorada) fue una sociedad organizada según el principio materno, el principio de la identificación absoluta con el bienestar de otro ser, que es la característica del deseo materno. Es un tipo de amor que produce el sistema empático humano para garantizar la supervivencia de las criaturas humanas en su frágil estado al nacer; por eso el cuerpo de la mujer recién parida es una fuente de energía empática. Los grupos humanos se organizaban entonces en torno a este aliento materno. Bachofen llamó ‘muttertum’ a este grupo humano formado en el hálito del deseo materno. La complacencia con otro ser induce a su vez en éste, el deseo de complacencia. El ‘muttertum’ era el ambiente de la recíproca complacencia, el despliegue social del principio materno. Por eso, los grupos humanos organizados en torno a este principio generaban la fraternidad, el cuidado mutuo.»